lunes, 8 de octubre de 2012

CUENTO: El regreso de las abejas (Jardinería Eladio Nonay)

El Condado de Betulia era un hermoso y tranquilo lugar donde la vida de sus habitantes transcurría felizmente.
Un bello lugar lleno de multicolores flores, luminosas praderas, verdes plantas y un sin fin de delicadas sensaciones que flotaban en el ambiente.


Los habitantes eran personas sencillas y humildes que vivían de la apicultura.
Los apicultores gracias a la extraordinaria labor de sus abejas obtenían la mejor miel de todo el Condado.

Nada hacía presagiar que una amenaza horrible se cernía sobre la cabeza de sus habitantes.
La leyenda cuenta que el Rey del Condado de Betulia durante años tuvo a su servicio un Tesorero que administraba los tesoros del Reino.
Un día el Rey comprobó que el Tesorero había dejado las arcas reales completamente vacías. El Rey haciendo uso de su Anillo Imperial lo desterró al "Espectral Mundo de los Olvidados".
El Tesorero juró y perjuró que algún día se vengaría por semejante castigo.
Habían pasado doscientos años desde aquel desagradable incidente. El Rey había muerto pero la fama del Condado se extendía por todos los rincones.






Fama propiciada por ser residencia preferida de las mejores abejas obreras y producir el néctar más increíble y sabroso, al que llamaron "La Dorada Miel de Betulia".




Los habitantes del Condado plantaban cientos de semillas de todo tipo de las que nacían toda clase de flores, prados y árboles que lanzaban al aire el invisible polen que se extendía por todas partes y las abejas se beneficiaban de este hábitat tan fantástico creado a su medida.
La miel cada vez, era más dorada y más exquisita.
Pero un día ocurrió algo inesperado, algunas abejas aparecieron muertas en la Choza del Mirlo Cantor.



Los habitantes no le dieron mucha importancia al asunto, llegaron a la conclusión de que aquellas abejas eran ya muy viejecitas y algún día tenía que suceder lo que sucedió.




Pero Odil, la Abeja Reina que había sobrevivido gracias a sus alas mágicas, era la única que conocía la auténtica verdad y sabía que algún día tendría que salvar al Condado.



A partir de aquel día las cosas empezaron a cambiar, el cielo se volvió gris y las abejas empezaron a desaparecer de Betulia.

La venganza estaba servida el Hechicero Negro aparecía en el Condado lanzando rayos, truenos y sembrando el terror.
Era el Tesorero que juro venganza y que con el tiempo se convirtió en el Hechicero del Espectral Mundo de los Olvidados empleando malas artes.




El auténtico Hechicero del Espectral Mundo de los Olvidados "Akraton" había confiado en el Tesorero y le había confesado todos los secretos maléficos de la magia.



El Tesorero se sintió enormemente poderoso y sin sentir piedad alguna por aquel que le había enseñado todos los secretos de la magia lo encerró en una botella de cristal con un corcho de cera.
A partir de ahora dijo me llamaré Hechicero Negro y seré el nuevo Hechicero del Espectral Mundo, seré temido por mis terroríficos poderes y todos quedaran sometidos a mis órdenes.
El Hechicero Negro hambriento de venganza lanzó un manto de densa niebla con putrefactos remolinos de aire que recorrieron el condado de punta a punta.
Todas las abejas desaparecieron menos Odil la Abeja Reina. Sabía lo que el Hechicero Negro había hecho para lograr sus poderes, ahora ella era la única que podía liberar al condado de la opresión a la que estaba sometido.
Los rumores que llegaban a Betulia eran que el Hechicero Negro había encerrado a Akraton en una botella, pero los habitantes sabían que si ellos intentaban extraer el corcho de cera para liberarlo se convertirían automáticamente en muñecos de cera.



La única solución era Odil la Abeja Reina, ella poseía poderes mágicos y podía liberar al auténtico Hechicero de su encierro y así fue.




Una noche cuando el Hechicero Negro dormía sobre el oscuro y negro manto de niebla, Odil se apresuró a extraer con mucho cuidado el corcho de cera, pero antes hizo jurar a Akraton que si lo liberaba de su encierro él tenía que librar al Condado del Hechicero Negro.

La respuesta de Akraton fue clara y sincera: 
Lanzaré un conjuro que convertirá al Hechicero Negro en una suave brisa y de inmediato resurgirá la belleza de vuestro Condado.

Había que actuar rápido y con sigilo. Cuando los dos Hechiceros estuvieron cara a cara los rayos, el fuego y los truenos hicieron temblar todos los pilares de Betulia, los habitantes temieron lo peor, pero Akraton erguido como un caballero y mirando directamente a los ojos del Hechicero Negro pronunció las siguientes palabras: Semper vincere !!!!!! 

Un enorme estruendo ensordecedor se dirigió como una flecha hacia el Hechicero Negro, las vibraciones lo empezaron a fraccionar en minúsculos pedacitos convirtiéndolo en una ligera y húmeda brisa. La niebla se levantó, los rayos del sol iluminaron todo el Condado de Betulia, resurgieron las primeras florecillas.
En la lejanía podía divisarse una pequeña nube dorada de abejas que regresaba a su auténtico hogar.



Autor: T. M.

No hay comentarios:

Publicar un comentario