La Princesa China Bea-Xhiang hija del Emperador Ta-Xhiang disfrutaba de los bellos placeres de la vida.
Vivía en el Palacio Imperial, enorme fortificación que contaba con toda clase de estancias, jardines, ríos y lagos.
Desde muy temprana edad la Princesa Bea-Xhiang recibió la mejor formación. Fue educada en ciencia, matemáticas, astrología, poesía, música, arte ...
Llegó un momento en que sus educadores no hallaban respuesta a muchas de las preguntas que formulaba la Princesa.
La Princesa Bea-Xhiang era extraordinariamente inteligente, su sabiduría y su percepción del mundo sobrepasaba los límites del pensamiento humano.
La Princesa era una linda estrella caída del cielo y su única misión consistía en conservar y cuidar a nuestro Planeta.
El Emperador Ta-Xhiang conocía perfectamente el destino de su hija, se lo confirmaron las Estrellas Fugaces la noche que nació.
La niña sólo estará con vosotros el tiempo necesario, deberéis educarla correctamente y el día que cumpla los 16 años deberéis dejarla marchar.
Por fin llegó el día, Bea-Xhiang cumplía 16 años y debía marchar a su auténtico destino.
La Emperatriz Tasiko afligida, le dijo a su hija:
Tu padre y yo hemos tenido la enorme suerte de disfrutar de ti durante 16 hermosos años. Recuerda hija mía, que en tu camino encontrarás grandes peligros, piensa en tu fortaleza y de esa manera siempre saldrás victoriosa.
Nunca utilices para tus fines el odio y la violencia, emplea el amor y el cariño en el que te hemos educado.
Por favor, cariño mío no nos olvides, te queremos.
La Princesa Bea-Xhiang abrazó fuertemente a sus padres y con lágrimas en los ojos se alejo lentamente, desapareciendo en la inmensidad del horizonte.
Después de muchos años comprendía las marcas de su mano izquierda, de niña las había mirado muchas veces. Ahora, en ese preciso momento lo tenía claro, era un plano que le mostraba los caminos que debía recorrer.
Tomó la senda del Lago Rosa y a medida que se acercaba al Lago presagiaba que algo terrible iba a suceder.
La princesa pensó: Yo soy todavía muy joven y no sé como podré defenderme de los peligros.
Estaba sentada descansando cuando sintió los ladridos de dos perros que se dirigían hacia ella. Bea-Xhiang comenzó a correr y cuando las mandíbulas de los perros estuvieron a punto de alcanzarla, la Brisa Rosa la elevo por encima del Lago y los perros cayeron al agua.
Los perros intentaban nadar para acercarse a la orilla pero la Brisa Rosa se lo impedía.
La Princesa tomo tierra, la brisa se despidió, los perros salieron del agua y a partir de ese instante se convirtieron en los protectores de la Princesa.
Durante siglos la princesa estuvo viajando por todo el Planeta. Fue testigo de guerras cruentas y despiadadas, de incendios provocados, de densa polución, de contaminantes radiactivos, de la tala indiscriminada de árboles, de la contaminación de ríos y mares, del deshielo, de la enorme sequía, de la avaricia de unos pocos.
Pero siempre contó con amigos que le ayudaron. Allí donde se declaraba un incendio imploraba al Rey Fuego que no fuese tan feroz con los bosques, imploraba al Rey Viento para que se alejase del desastre natural.
Fuego tu eres bueno y nos calientas cuando te necesitamos, no te cebes con el bosque. Reflexiona, estás siendo utilizado por aquellos que quieren obtener intereses económicos y acabar con nuestro ecosistema.
Cuando había una tala indiscriminada, la única solución era pedir a la Madre Naturaleza el envió de vigorosas semillas que hicieran nacer de nuevo toda clase de árboles.
Imploraba a la Reina Lluvia para que cubriera de agua las tierras sembradas, de esa forma los árboles resurgirían más rápido.
Cuando había deshielo imploraba al Gran Viento Glaciar que soplase sobre los casquetes polares para que recuperasen el hielo perdido.
La Princesa Bea-Xhiang se sentó y contemplo la gran belleza del Lago Azul. Estaba muy cansada, muy muy cansada ..............
No había agua potable en el Planeta, los ríos y los mares estaban contaminados por productos radiactivos, por pesticidas, por pestilentes aceites...
Los árboles habían desaparecido definitivamente y las arenas del desierto avanzaban galopantes hacia las ciudades.
El sol había desaparecido y el cielo se había vuelto completamente negro, los animales habían huido o muerto.
Sólo sobrevivían unos pocos humanos, aquellos que ansiaban la definitiva destrucción de la Tierra y los que soñaban con recuperar algo de su antigua vida.
La avaricia y odio de los malvados había ganado, pulsaron el botón rojo de la destrucción desencadenándose la mayor explosión jamás conocida en el Universo.
Una luz cegadora y un cruel y demoledor ruido devastó lo que quedaba de la Tierra.
Jadeando y asustada la Princesa despertó, estaba descolocada, las pulsaciones del corazón eran como caballos desbocados. Todo había sido un sueño, una terrible pesadilla.
Miro a su alrededor, sus perros estaban con ella y nuestra amada Tierra continuaba allí llena de vida.
Autor: T. M.
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