viernes, 20 de julio de 2012

CUENTO: La huida de los árboles (Jardinería Eladio Nonay)

Los árboles y las plantas más bellos y hermosos se encontraban en un pueblecito llamado Arco Iris. Todos los habitantes y todos los animalitos de Arco Iris se sentían orgullosos de vivir en un lugar tan fantástico y maravilloso.


Los árboles con sus exuberantes hojas, las plantas con sus coloridas flores formaban sorprendentes composiciones de vistosidad y luminosidad sin igual.


Las montañas, los prados, los caminos, los jardines eran delicados vergeles de pura y sana naturaleza.

Arco Iris era un pueblo bello, saludable, los habitantes, los animales y las plantas vivían en paz.


La gente vivía de las ricas hortalizas de sus huertos y de las deliciosas frutas de los árboles.

Pero un día aparecieron en Arco Iris unas enormes, ruidosas y terribles máquinas que conmocionaron la vida del pueblo.

ARRA S.A. era una compañía taladora de árboles y sabía que en un pueblecito llamado Arco Iris crecían los árboles más grandes y bonitos del mundo.
No era momento de sentimentalismos (pensó la compañía) esos árboles supondrán elevados ingresos para la empresa. Las labores de tala debían efectuarse inmediatamente.
El pueblo estaba asustado, no sabían qué hacer, se sentían desorientados, nunca algo así había ocurrido en el pueblo.
Cuando los inteligentes árboles se enteraron de las intenciones de ARRA S.A.  decidieron abandonar secretamente el pueblo y mudarse a vivir al Reino Azul de las hadas, donde su vida no peligraría. Y así lo hicieron.
La Taladora sorprendida, se llevó las manos a la cabeza cuando vio que todos los árboles habían desaparecido.
Sin perder ni un minuto el director de la Compañía dijo a sus trabajadores:
Muchachos aquí no tenemos nada que hacer, marchémonos de este maldito lugar!!!!
Arco Iris estaba triste, oscuro, no había árboles, ni plantas, los habitantes, los animales andaban sin rumbo, era un pueblo sin vida.
El pueblo entero quería recuperar sus árboles y sus plantas pero no sabía como, hasta que un día el jardinero del pueblo dijo:

Tengo una idea, visitaré el Reino Azul de la Hadas y hablaré con los árboles para que regresen.
Ningún humano había viajado al Reino Azul era muy peligroso. El camino era una senda de terrenos devastados por la acción del hombre, donde la sequía, el calor o el enorme frío, convertían el viaje en un auténtico infierno.


El jardinero antes de partir recibió la visita de Rose, ella fue la primera moradora de Arco Iris.
Rose sabía de la existencia de ese desolador camino hasta llegar al Reino Azul. Así que Rose le dijo al jardinero:
Si en algún momento sientes que tu vida corre peligro, abre este saquito y unos rayitos de luz te protegerán.
El jardinero le dio las gracias a Rose y fue en busca de los árboles.
El camino cada vez era más oscuro, tenebroso y seco. No podía respirar, cada paso que daba era como si sus pies levantasen pesados pesos.
Había carteles que decían peligro "campo minado", otros carteles decían "cuidado productos radiactivos", otros decían "río contaminado" ....
El jardinero que siempre había disfrutado de su trabajo, del contacto con los árboles, plantas, flores se sentía cada vez más apesadumbrado pero no se rendía.

Un día por fin encontró el Reino Azul. En la puerta fue recibido por el Hada Azul y su pregunta fue: ¿Qué te trae a este lugar forastero?
El jardinero le contó todo lo sucedido y por eso venía a recuperar a sus árboles, a los árboles de Arco Iris.


El Hada Azul le indicó donde se encontraban los árboles, el jardinero les dijo que podían regresar al pueblo que los taladores se habían marchado y que el pueblo entero no podía vivir sin ellos.
El árbol más viejo le dijo que no podían salir de aquel lugar porque la malvada Hada Dorada había borrado el Camino Llano de regreso a Arco Iris y ellos no sobrevivirían el infernal camino que el jardinero había recorrido.
El jardinero les dijo que no se preocupasen que confiasen en él y que le siguiesen.
Comenzaron el horripilante trayecto cuando de repente el Hada Dorada apareció frente a ellos.


Este es mi reino y nadie puede abandonarlo sin mi permiso. Tendréis el mayor castigo jamás imaginado: os enviaré toda clase de plagas y enfermedades y nunca regresaréis a Arco Iris.

Cuando el Hada Dorada iba a lanzar el conjuro el jardinero recordó que tenía su saquito, lo abrió y los rayitos de luz cegaron al Hada convirtiéndola en cenizas.


La luz surgió, los animales aparecieron en las praderas, el agua murmuraba bellísimas canciones, la brisa acariciaba el rostro del jardinero y las hojas de los árboles.


Felices regresaron al pueblo, los habitantes maravillados por la proeza nombraron al jardinero: "Jardinero Mayor de Arco Iris".
Y los árboles crecieron tranquilos y en paz en el mundo que adoraban y amaban.


Autor: T.M.

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