Siempre he considerado las fuentes como un elemento muy decorativo y llamativo en los jardines.
Existen una gran variedad de fuentes que pueden decorar cualquier espacio tanto natural como urbano.
Reconozco que me gustan las fuentes simples, sencillas capaces de crear a su alrededor un espacio mágico. Un simple contenedor y un sencillo caño proyectan en el aire gráciles tintineos y ambientes llenos de una embriagadora sensación de frescor.
Una roca con una concavidad en su fondo recibe el agua procedente de una caño de bronce, es una inusual y sorprendente fuente llena de encanto.
También encontramos fuentes clásicas, con aire de distinción que imprimen relevancia al ambiente contenedor.
Fuentes de hierro fundido, con un surtidor superior y varios platos en desniveles que provocan el salto y susurro del agua.
Incluso pueden contar con varios chorros en el cuerpo que llenen el ambiente de mayor sonido acuático.
A veces es frecuente encontrar fuentes durante un largo paseo como la de la foto, embutida en una vegetación seria como la misma fuente.
Una fuente de piedra que apenas resalta y cuyo única belleza destaca por la imagen de un ave capturando a un pez de las aguas esculpida en el centro del vaso de la misma.
Y como curiosidad en el suelo una pequeña fuente bebedero para perros.
Otras fuentes destacan por el diseño, los materiales empleados, por su simetría, por el estilo, por la gracia de sus formas ....
Un ejemplo muy claro es la fuente con forma de pozo que aparece en la fotografía de abajo.
El empedrado del suelo, la arquitectura donde se encuadra, la magnífica forja, la elevación sobre el suelo, el flujo suave y continuo del agua saliendo de los caños, la convierten en el punto focal de la placetuela.
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