La lejanía permite intuir algo sublime, pero la cercanía confirma la grandiosidad de un trabajo colosal.
Estoy hablando de la Mezquita Sheikh Zayed de Abu Dhabi, una de las obras más bellas realizadas por la mano del hombre.
En muchas ocasiones hemos hablado, que una de las principales reglas, a la hora de diseñar un jardín es la "simplicidad", pues bien, la Gran Mezquita cuenta con un halo exterior e interior que cumple a la perfección con esta regla.
Su exterior majestuoso cumple con su objetivo, ensalzar a lo más alto lo venerable.
El jardín dormido despierta cuando nuestros pies desnudos pisan ese mármol blanco y frío. La mirada se deposita en el suelo y descubrimos flores de grandes dimensiones y colores sorprendentes junto con hojas que aportan calidez al frío mármol.
Motivos geométricos que corren y se encaraman por las columnas, es un efecto enormemente espectacular y vistoso.
Todo es luminoso, reflectante, lo oculto y lo manifiesto conviven tanto en el interior como en el exterior.
Los motivos florales se introducen hasta el interior de las salas y quedan reflejados en la textura de las alfombras, de las paredes, de las lámparas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario