Hay jardines que ofrecen inigualables sensaciones desde el primer momento. Yo los llamo "jardines de ensueño" donde la magia surge desde el mismo momento en que pisas ese terreno.
El aire es envolvente gracias al aroma de árboles y plantas. La sensación es enormemente gratificante, el placer sumamente inquietante y la alegría sinceramente me desborda.
Un conjunto de árboles esculpidos mediante la técnica topiaria me dejan con la boca abierta, mi cámara fotográfica quiere capturar todos los rincones de esta maravillosa obra de arte. Tronco, hojas, formas, alturas, dimensiones, respiración, vida ...
Es tan bello, me emociono y no paro de hacer fotografías.
El ruido de un gran chorro de agua lanzado al espacio me distrae y contemplo un tranquilo lago rodeado de frondosa vegetación lleno de vida, donde patos y cisnes disfrutan de su agua templada.
De nuevo, algo me llama poderosamente la atención y mi cámara desea inmortalizar una escultura con forma humana emergiendo majestuosamente entre la frondosidad del paisaje e imponiendo una descarada hermosura al entorno.
Me apasiono y la fotografío hasta la saciedad y al final después de la tormenta viene la calma y la contemplo como un niño delante de un escaparate repleto de chucherías.
Camino y de repente me siento sobrecogido por la escultura que muestra la siguiente fotografía. La atmósfera cambia radicalmente, se torna melancólica y triste pero continua pareciéndome bellísima.
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