Al
obsevar la naturaleza, el jardinero se empapa de los elementos más
primigenios.
Aquellos
que le permiten idear y trasladar a los espacios actuales las
nociones más básicas.
Existe
el deseo de recrear la naturaleza bajo cánones estéticos muy
definidos, pero controlando cada uno de esos pequeños matices.
Por
ejemplo, si una vegetación silvestre crece en un terreno rico en
nutrientes, con riegos periódicos, suelo bien drenado, con una buena
exposición solar, les aseguro que su crecimiento será vertiginoso y
el follaje tenderá a invadir todo el jardín.
La vegetación es necesaria controlarla y delimitarla desde un primer
momento, de lo contrario puede convertirse en un auténtico
quebradero de cabeza.
Otro
ejemplo, recrear un pequeño bosquecillo, en este caso los errores
mas frecuentes siempre son los mismos; comprar árboles equivocados y
plantarlos excesivamente juntos.
Cuando
han transcurrido cinco años el bosque soñado no es tal y los
árboles crecen apiñados, la zona se vuelve muy umbría y las
enfermedades se apoderan de la vegetación.
Son
ejemplos claros de lo que no debemos hacer a la hora de reproducir la
naturaleza en poco espacio.
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