Muchas veces la belleza radica en la repetición de un mismo elemento.
Una repetición que dota a un determinado espacio de una sutil y delicada perspectiva.
El mismo material, el mismo tamaño, el mismo contenido, la misma distancia, crean un diseño armónico y perfecto con vida propia.
El efecto es cautivador, la mirada se desplaza rápidamente hacia las llamativas hileras de macetas.
Su funcionalidad actúa como doble agente conductor que separa y determina ciertos ambientes y como un impresionante reclamo visual.
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