Lo que hace que un jardín sea especialmente único es la peculiar forma en que interactúa con el entorno.
Si hablo de Lombard Street en San Francisco, todos inmediatamente pensamos en una calle muy empinada.
Una calle que se extiende desde el Parque del Presidio hasta la Coit Tower, pero su famoso tramo lo configura una calzada pavimentada con ladrillo rojo de pronunciadas curvas que se combina con sorprendentes zonas ajardinadas que se encuentran en Russian Hill.
Una cuesta impracticable se transforma en el mayor reclamo turístico.
Edificios de diferentes colores se fusionan con la calle, un interesante rompecabezas donde todas y cada una de las piezas encajan perfectamente.
Vecinos, curiosos, turistas, peatones, conductores de vehículos interactúan de diferentes maneras en un escenario que se ha convertido en accesible y flexible.
Un total de 8 curvas estratégicamente dispuestas cumplen una doble finalidad: disminuir la velocidad de los vehículos y convertir una peligrosa pendiente en uno de los enclaves más bellos de San Francisco.
No pasan desapercibidas las hortensias de diferentes colores y tamaños, las trepadoras como las bungavillas que se agarran a las fachadas de los edificios, las palmeras, los plataneros ...
Cabe preguntarse, si las plantas pertenecen a la calle o la calle pertenece a las plantas, usted qué piensa?
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