Todos nos sentimos profundamente atraídos por las composiciones florales de los arriates de rosas.
Los colores son fuera de serie, la textura inigualable, el aroma seductor, atrayente, envolvente.
En los jardines formales los rosales adquieren un esquema muy definido y generalmente rodeados de otro tipo de vegetación secundaria que no les resta belleza.
Se yerguen como estandartes visibles desde cualquier punto de vista.
La fuerza de cada una de sus flores origina un conjunto cromático único y muy especial que dignifica cualquier entorno elevándola a la máxima potencia de belleza.
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