El sol el potente astro, dios de dioses, símbolo y leyenda, ha representado a lo largo de la historia la encarnación de la vida.
El hombre desde sus orígenes descubre la poderosa magia de un astro que calienta, favorece el crecimiento de árboles, plantas, flores, aves, peces y animales.
Muchas culturas ancestrales se sienten atraídos por su magnetismo y lo convierten en su Dios.
El hombre aprende a sembrar las primeras semillas tras largos procesos de observación y aprendizaje.
El sol protege en su regazo procesos invisibles al ojo humano, sólo descubiertos con el paso del tiempo.
El hombre que aprendió a sembrar, es hoy el hombre científico explorador y descubridor de nuevos procesos.
Las semillas, los bulbos, los árboles, las plantas, son sometidos a laboriosos estudios científicos donde alcanzan un grado de sofisticación tal, que el número de variedades que surgen, son incontables.
Todos sabemos que esta proliferación surge tras largos procesos de ensayos en laboratorios pero no olvidemos que el sol, es el principal agente motor de ese maravilloso milagro.
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