Los
hay cautivadores, su enorme porte se eleva hasta querer alcanzar las
estrellas. Su aviso es: estoy aquí.
Los
hay perezosos se dejan acariciar por el viento o la brisa y sus ramas
se mecen placenteramente.
Los
hay impresionistas marcados por el contraste de colores y la
definición y pureza de algunos de ellos. Se agudiza el impacto
visual produciéndose una impresionante belleza.
Los
hay enigmáticos, recubiertos de un halo de misterio propiciado por
ancestrales leyendas que les confieren poderes de todo tipo.
Los
hay aristocráticos con un mismo adn que los incluye dentro de las
denominadas familias o especies importantes, un grupo selecto que
pertenece a las clases altas de los árboles.
Los
hay modernistas, anticonformistas sienten la necesidad de renovarse
estéticamente, buscar su perfección formal y la encuentran en lo
estereotipado de su casual belleza.
Árboles
solitarios, conocedores de numerosas vivencias se convierten con el
paso del tiempo en símbolos pedagógicos.
Los
hay soñadores, son árboles felices, pletóricos de luz, sonrientes,
inocentes y confiados.
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