En los claustros de los monasterios durante la Edad Media, el trazado en forma de cruz dibujaba dos senderos que definían cuatro zonas destinadas al cultivo de plantas con propiedades medicinales y culinarias.
Cada zona, agrupaba un grupo de plantas con sus propias características y su cultivo era parte importante en la vida del monasterio.
Lugares de caridad y asistencia con el enfermo, que acudía a su amparo para recibir los cuidados asistenciales de los monjes que disponían de enfermería y botica.
Con el tiempo, muchos de estos monasterios perdieron estas funciones asistenciales respecto al pueblo. En los claustros dejaron de cultivarse parte de esas plantas medicinales, sustituyéndolas por setos bajos que continuaban delimitando los senderos, introduciendo árboles y alguna fuente central.
El claustro dejaba de cultivarse para convertirse en un lugar de recreo, rezo y meditación.
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