Me enamoro fácilmente de ciertas instantáneas y siento la necesidad de compartirlas con el resto del mundo.
Un jardín dividido en caminos y decorado con pérgolas de hierro se convierte en centro de atención.
Me parece un lugar lleno de encanto, de color, de olor, de sonidos bellos, un lugar para relajarse, pensar, sentir, emocionarse.
Los rosales pie en suelo se lanzan velozmente hacia el primer poste de la pérgola, se agarran, trepan y lo cubren con un estrellado cielo de rosas.
Poco a poco todo rosal y toda trepadora cubre cada uno de esos arcos con un perfecto tejido.
Un entramado natural y colorista que aporta dinamismo al diseño paisajisto.
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