Existió un tiempo en el que las rejas, enrejados y verjas metálicas constituían elementos altamente decorativos.
Verjas minuciosamente trabajados con motivos y formas muy decorativos.
Tendencias anteriores que buscaban delimitar espacios con cerramientos más clásicos.
Su diseño imprimía a los jardines un aspecto más señorial y elegante, a la vez que proporcionaba altura a paredes y muros y añadía cierto relieve al conjunto arquitectónico.
Proporcionando en la mayoría de las ocasiones el marco idóneo para plantas tan llamativas como los rosales trepadores o cualquier planta trepadora como los jazmines, inundando el ambiente con su perfume o las glicinias aportando una cascada de color.
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