La Gran Plaza de Bruselas es una de las plazas mejor decoradas del norte de Europa.
Una plaza testigo de innumerables acontecimientos de todo tipo.
Desde el mismo momento, en que los pies toman contacto con el pavimento laboriosamente compuesto por cientos de adoquines, te das cuenta que entras en otra dimensión.
A pesar de sufrir toda clase de adversidades el conjunto arquitectónico de la Plaza ha sabido recuperarse como un buen enfermo y resurgir aún más bella.
Los edificios de estilo gótico elevan sus torres para ser visibles desde todos los puntos de la ciudad, mientras sueñan con alcanzar el cielo.
Mientras los edificios de los gremios reconstruidos con piedra blanca y decorados con adornos dorados nos transportan a otra época.
Los mercados florales inundan el ambiente con su color y sus fragantes aromas.
Los mercados florales inundan el ambiente con su color y sus fragantes aromas.
Las repisas de las ventanas se engalanan con gitanillas de explosivos colores.
Los restaurantes a pie de calle se fusionan con la estética reinante y visten sus terrazas con atractivas jardineras.
Está claro que las plantas añaden vida y una intensa vibración logrando proyectar un espacio apacible y tranquilo.
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