Seguro que muchos de ustedes recuerdan su primer amor como un viaje de colores, tierno, dulce, cálido y transparente.
Siempre hago esa comparación de amor, con jardines que me dejan una profunda huella en mi memoria.
El jardín proyectado y diseñado nunca finaliza, el buen jardín va creciendo poco a poco.
Las imágenes que muestro, proyectan un jardín que pertenece a La Alhambra.
Un jardín que interactúa con el resto del paisaje y ofrece un viaje de colores propiciado por la gran variedad de plantas y flores.
Cerca del edificio una vegetación plasma motivos de perfecta simetría, mientras la vegetación silvestre se libera de formalismos y alcanza límites insospechados.
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