Los patios andaluces creo que tienen una magia especial.
La fascinación y la admiración se conjugan al mismo tiempo, mientras una sensación de placer penetra por cada uno de los poros de la piel.
Los andaluces lo saben hacer muy bien, sus antepasados maestros conocedores del espacio, de la luz, de la esencia, del color, de los aromas, de los sonidos y de infinidad de minúsculos detalles, han contribuido a definir lo que hoy constituyen esos maravillosos patios.
La intensidad y la perfecta combinación de los diferentes elementos recrean asombrosos escenarios llenos de color, brillo, luz, sonido ...
El pavimento del suelo, a veces empedrado, otras decorado o simplemente encementado contrasta con paredes, arcos, forjas, escaleras, fuentes, tiestos, mosaicos ... Son auténticos vergeles.
Tiestos contenedores de sencillas y coordinadas plantas (gitanillas, hiedra de geranio, calas, helechos, photos, aspidistra ...), establecen una estructura formal inconfundible.
Las bougainvilleas crecen agarradas a las paredes y muestran sus coloristas e impactantes flores.
El agua hace su aparición sin ostentaciones, reclamando la atención que se merece. Son fuentes para el disfrute, para la contemplación, para evocar melodías, para refrescar el ambiente, para fundirse con los aromas.
Aromas cálidos, aromas de los limoneros, aromas imperceptibles de las pequeñas florecillas, aromas embriagadores de la belleza.