Los primeros jardines fueron construidos para el deleite, la contemplación, el paseo, el disfrute.
Espacios perfectamente estructurados con senderos, estanques, fuentes, columnas, muros y donde las plantas constituyen la guinda de un maravilloso pastel.
Este maravilloso pastel nos permite contemplar rincones llenos de encanto.
Fuentes con vida propia, estanques con motivos mitológicos, escaleras vestidas con pequeñas piedrecitas que nos invitan a conocer ambientes llenos de luz, color y olor.
Los muros diseñados con una única función, preservar la intimidad de un paraíso.
Árboles, arbustos y trepadoras, dispuestos en diferentes alturas crean efectos ornamentales fantásticos.
El jazmín en plena floración al igual que las rosas perfuman la atmósfera y la sensación de bienestar en infinita.
Los papyros, las escenas mitológicas de los estanques y los capitales con motivos florales recrean ambientes pasados.
La grava roja se convierte en una fina alfombra que contrasta con el follaje verde e intenso de las plantas.